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miércoles, 6 de enero de 2010

El Maestro y el ladrón

Hace mucho tiempo existia un pequeño templo que estaba ubicado en lo alto de una montaña.
Sus monjes eran muy pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos, muy piadosos.

Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las ofrendas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. Eran viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos conocimientos.

En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y fugó por la ladera. Los monjes avisaron con rapidez al Maestro.

El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó :

-¿Por qué has hecho eso? Nos has dejado con un solo rollo. asi no nos sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto le dijo el abad.

-Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa.

-Maestro, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos .

-Bueno, toma el tercer rollo. Sino, se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz. Que Dios te ilumine.

Los monjes no llegaron a comprender la actitud del Maestro. Estimaron que había estado flojo con el ladron, y que era el monasterio el que había perdido.

Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.

Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó.Pidió hablar con el Maestro

Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Mi vida se ha transformado.

Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente.

El Maestro recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento.

Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba.

Moraleja

El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha la conmoción del poder incalculable de la otra mejilla , del perdón.

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